martes, 30 de enero de 2018

HOJARASCA

Quiero contarte una cosa. No es algo que haya inventado a través del tiempo, ni que haya creado lenta o apresuradamente. Simplemente nace y muere con uno. Es un sentimiento.
No sé lo que es el odio. Nunca he odiado a nadie. Quizá me he sentido odiada, me he enfadado, he dicho o hecho palabras hirientes y heridas sangrantes. Me he defendido de ofensas con más ofensas. He luchado por causas perdidas hasta dejar mi dignidad a ras del suelo. Pero odiar o envidiar...jamás.
Supongo que el poder adquirido de una nueva y desconocida faceta me hace hoy contarte...mi secreto.
Tampoco conocía al egoísmo. Se me presentó de repente, cuando intentaba reconstruir los pedacitos de frágil cristal, a través de la empatía y la resiliencia, de un interior roto y destruído: el mío.
Me asusté, tremendamente. Díficil pasar de darlo todo a no dar nada. Díficil cuando nunca lo has hecho. Cuando siempre has pensado en los demás, dejándote para el final. Muriendo en vida, para no lastimar. Encadenándote a quimeras, anclada en puertos, negándote a realizar esa travesía que tanto ansiabas.
Pasar del: voy a hacerlo porque me lo piden, al no voy a hacerlo porque no es lógico. Razonar egoístamente respecto a tus obligaciones como hija, como madre, como amiga...después de pisar el suelo más abajo todavía, me ha llevado a tener paz. 
No miro el reloj, no estoy pendiente del móvil, invierto el tiempo en mi y hago lo que yo necesito, no lo que necesitan los demás.
Sigo sin sentir odio. Pero sí dolor y pena. Me pregunto cómo tiene que ser el tamaño de una ofensa para que aparezca esa sombra negra. 
Es como un río lleno de ramas viejas y muertas? El agua sigue corriendo, sigue su curso imperturbable pero en lo más profundo de su cauce...sólo hay lodo, mientras en su superficie los árboles de sus orillas dejan caer sus ramas, su triste hojarasca, visión que rompe la belleza extrema de un hermoso atardecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario