viernes, 24 de abril de 2015

MI NIÑA

Lentamente dejo pasar las horas. Nada me distrae, nada me hace sentir que estoy aquí. Mi mente y mis pensamientos se encuentran tan lejos...
En una habitación situada en un edificio desconocido.
Ni siquiera sé en qué planta está, ni el número del, supongo, largo pasillo. Me imagino que será más o menos como todos: en cruz y con puertas numeradas a ambos lados.
Eso es lo de menos.
Sólo tengo clara una imagen. 
En esa habitación hay una cama, o varias, pero sólo una traspasa mi retina.
En esa cama está una parte de mí.
No está sola pero yo no estoy allí.
Y el dolor por su sufrimiento me hace sentir un gran vacío. 
Intento distraer mi mente con algo positivo y todo se vuelve negro. Un gran agujero que parece agrandarse sin permitir que la luz entre.
Quisiera volar, quisiera irme. Quisiera estar allí, a su lado.
Por primera vez me siento cobarde. No sé qué hacer.
Intento pensar con claridad, intento buscar una fecha, intento agarrarme incluso a un clavo ardiendo para poder llegar a donde mi corazón quiere estar.
He llegado incluso a tragarme mi orgullo.
He intentado a la desesperada buscar una opción. Sólo para darme cuenta de que el rencor es tan grande que no es capaz ni de desaparecer para que ella sea feliz.
Imagino su carita si me viese llegar. Y su sonrisa.
Sólo pedía anteponer nuestras diferencias ante la impotencia y el dolor de su soledad.
Al fin y al cabo lo único que nos debería importar es su bienestar.
Y sigo, con la mirada perdida y el alma herida.
Y pensando en ti, mi niña...

miércoles, 8 de abril de 2015

Carta a un maltratador.

La autora de este escrito  es  Inma Merino y  está bajo la licencia de Creative Commons Reconocimiento.



Si me dices que me quieres, ¿por qué me aíslas, por qué me controlas?, ¿por qué te enfadas si quiero ver a mi familia o amigas?, ¿por qué te tengo que dar cuentas del dinero aunque también sea mío?; si me dices que me quieres ¿por qué me amenazas, me pegas, me violas, me matas?

Eso no es amor. Si hay amor no puede haber violencia.

Todo lo que me haces, no es por mi bien; es por el tuyo. Porque te crees superior. Me tratas como a una niña y debería ser tu igual. Te crees que estoy a tu disposición y a tu capricho, así nos lo enseñan: “el amor es dedicación a tu pareja, el amor es renuncia, es entrega. Yo soy tuya y puedes hacer conmigo lo que quieras”. Es falso. Yo no soy tuya, soy solo mía y la única entrega que debo hacer es entregarme a mi misma para sobrevivir a esta penosa situación, en la que no puedo controlar mi propia vida.

¿Cómo te sentirías tú si tuvieras día y noche a una persona controlando todos tus actos y dictándote órdenes para cubrir sus propios y únicos deseos? ¿Si te dijera desde qué ropa ponerte hasta cuándo debes lavarte el pelo? ¿Cuándo debes hablar o lo inútil que eres porque no trabajas fuera de casa? ¿Si te amenazara o pegara para conseguir sus objetivos? ¿Cómo te sentirías tú si estuvieras prisionero de la persona que dice amarte y que lo hace por el bien de los dos?

No sigas repitiéndome que me quieres, que no lo volverás a hacer. No me des más esperanzas. No me digas que la situación va a cambiar.

Creo que eres un hombre incapaz de hacer frente a las frustraciones y limitaciones propias. Que la única manera de resolver los problemas es con violencia hacia mí, con arrogancia, culpabilizándome de todo lo malo que te pasa, con superioridad para aplacar el miedo de saber que sin mi, no puedes crecerte.

Estoy harta de vivir con miedo, con el corazón en un puño, esperando cómo vas a volver hoy del trabajo. De querer hacerme invisible para que no notes mi presencia y pasemos un rato sin bronca. De querer agradarte para que estés contento. De esperar a ver cuándo y por qué banal razón te cambia el gesto de la cara y se avecina una tormenta imposible de evitar y sin saber cómo acabaré. Estoy harta de sentirme sola, en silencio, de intentar evitar que se enteren en el vecindario, que nos oigan los niños. Estoy asqueada de tus caprichos. Estoy defraudada porque si esto es el amor y compartir una vida, prefiero estar sola.

Tengo pena sintiéndome tan poca cosa, tan poco valorada y vapuleada a todas horas, de recibir solo desprecios y malos tratos en vez de amor, comprensión y escucha.

Quiero que me dejes vivir en paz. Mejor aún, quiero vivir en paz. Sé que no lo vas a hacer tú. Por eso tendré que dar yo el primer paso. Alguien me ayudará a salir de esta cárcel y empezar una nueva vida, en la que pueda decidir por mi misma lo que realmente quiero hacer. No va a ser fácil. Pero quiero ser yo, tener ganas de vivir y volver a sonreír.

Inma Merino
Mugarik Gabe

- See more at: http://www.grupotortuga.com/Carta-a-un-maltratador#sthash.0rwpnrWw.dpuf

viernes, 3 de abril de 2015

Carta de Bruce Lee a Linda

Carta de Bruce Lee a Linda el 20 de octubre 1963:

"Vivir contentos con pequeños medios; buscar la elegancia en vez del lujo y el refinamiento en lugar de la moda; para ser digno, no respetable; para ser rico de alma, no de dinero; estudiar mucho, pensar tranquilamente, hablar suavemente, actuar con franqueza; sostener al otro alegremente, hacerlo valientemente, nunca apresurarse. En pocas palabras; permitir que lo espiritual, lo oculto y lo inconsciente crezcan a través de lo diario"


Extraído de la página de facebook de Leandro Taub