Recuerdo una melodía,
una canción escrita
para las frías aguas de un mar
congelado. Versos cálidos
con los que una joven vida
acaba.
Cerca, lejos, donde quiera
que estés, creo que tu corazón
aún sigue. Lejos, más allá
de la distancia, te siento.
El amor puede tocarnos una vez,
y durar toda una vida.
El amor era cuando te amaba,
una verdadera oportunidad
para guardar en mi vida.
Mientras suena, muere.
Y los sones flotan
entre bloques de hielo.
Así mata la indiferencia,
así vuela la fantasía,
así crece la ilusión,
así sobrevive el Amor.
Añoranzas de letras
olvidadas en una rima
asonante de un último poema,
escrito y no publicado.
Versos malditos de una
vieja canción de amor,
inventada en la oscura penumbra
de una desvencijada cama.
Noche lejana de risas ahogadas
en el barato alcohol
de aquella botella de brandy,
orgasmos escogidos al azar,
fingidos quejidos de placer
que aumentaban los latidos
de dos viejos corazones.
Susurros que acallaban sonidos,
caricias que componían música
amarga, como el olor sereno
y marchito de flores muertas.
Copias de amores prohibidos,
un poema guardado en lágrimas,
salitre que cura y conserva
el dulce sabor de unos besos.
Añoranzas de novelas rosas,
de vidas rotas, de perdidas miradas,
de luces apagadas. Gaviotas
carroñeras que vuelan sin alas
cruzando mares lujuriosos.
Sexo fácil y doloroso
como piano desafinado,
como canciones diluidas en llanto.
Yo soy yo.
Tú eres tú.
Almas corrientes en un mundo
de locos que se creen jueces,
verdugos, príncipes y princesas.
Añoranzas de las palabras
perdidas en brillantes miradas.
Calla!!!! No digas nada...
Los versos hablan...
PD.
Nota escrita el 21-04-2014 en Facebook y vista hoy en los Recuerdos, decidí pasarla al blog.
Imposible copiarla o compartirla desde allí, pido disculpas por la composición...un poco chapucera...
Hoy no pinto letras ni dibujo palabras. Sin embargo mis dedos se niegan a estar quietos. Se han unido al teclado y, una vez más, van por libre.
Es complicado escribir cuando no sabes lo que vas a crear. Si las ideas o la inspiración llega de tu interior o de algo externo que ha llamado tu atención, compones una partitura de hermosas o tristes frases. Conectas con el texto y, sin más...escribes.
Hoy mi mente está agotada, mi cuerpo duele...cada músculo me avisa con punzadas para que no me olvide de ella. Ha vuelto, sí. De vez en cuando aparece para que no me haga ilusiones de que ya no está conmigo. ¿Cuántos días se quedará? Hace sol, debería irse pronto...Este dolor desde los dedos de los pies hasta mi cráneo me consume. El invierno ha sido largo, la humedad de la primavera consigue retomar brotes que creía superados.
Vaya...mis dedos también duelen. Pero quieren plasmar una llamada de socorro...o eso parece. Pocos entienden quién es, pocos comprenden cómo te afecta, pocos te ven mal. Pero...Si estás estupenda, te dicen. Y tú sonríes. No explicas...para qué? Este mal es invisible y sólo lo sientes tú. Tú, tu cuerpo y tu mente. No muchos conocen su nombre, pronunciarlo es otro tema. ¿Y eso qué es? Pasas, te callas y no respondes.
Bienvenida Fibriomialgia...
Dicen que los versos llevan
un nombre escondido en su rima,
que todo poeta escribe llagas
o risas usando su fantasía
para llegar a lo más profundo
de aquel o aquella
a quien ama.
Que palabra a palabra,
verso a verso, se dejan
lágrimas saladas
ó bendita alegría.
Eso es poesía.
Parida de un poeta,
crece alentada por ojos
que leen con el alma.
Un poema puede morir,
o puede tener vida eterna,
puede ser brizna de hierba
o soplo de aire fresco,
puede ser gaviota
o águila real hermosa.
Pasión, fortaleza, vida,
nacer de la nada
y convertirse en todo.
Hay versos que van
más allá del alfabeto,
pequeñas cosas diarias,
espacios propios creados,
tantos mundos, tantos siglos,
tanto añorado...
No, cualquiera no es poeta.
Todo puede ser poema...
Alegre y con decisión, Vicente abrió la puerta del Salón de Juegos. Una noche más caía en la tentación. Sabía que por la mañana se sentiría culpable y sobre todo...estaría arruinado.
Mil terapias para dejarlo. Paseos interminables para no pensar en la ruleta ni en sus dados.
Vivía en un pequeño pueblo cuyo único encanto era su plazoleta y una iglesia de una época que no recordaba. Ateo y poco amigo de estudiar, tanto le daba si romanos, griegos o benedictinos habían levantado aquel edificio.
De mediana edad y con pocos amigos empezó a frecuentar
la ciudad que se encontraba a pocos kms de su casa. Allí se encontraba cómodo y nadie le conocía.
Al principio sólo la recorría. Tímido, no se atrevía a entrar en ningún local. Pero un atardecer lluvioso le cambió la vida. Pasear, no era opción, volver, tampoco. Así que se paró en la acera y miró con atención los carteles que anunciaban tiendas, bares y...Salón de Juegos...
¿Por qué no? Por qué no buscar al azar, por qué no arriegarse a perder o a ganar?
Tres años jugando, un año de terapia...Enganchado a una redonda mesa con una ruleta...igual de solo que antaño y más pobre que antes.
Echaba de menos su plaza pero cada vez la veía menos. Sus deudas aumentaban y pensando en que tal vez un día la buena suerte le sonreiriría dormía en su coche para no gastar lo poco que tenía.
- Esta noche será la última, se decía. Mañana vuelvo a mi hogar...mañana...
Ya no podía perder más. Apostó hasta la camisa y la perdió.
Al día siguiente...lo entraron a la iglesia.
El Camposanto estaba a cinco pasos de su plazoleta.
Desde su frío nicho contemplaba sus árboles, sus farolas, su cuadrada forma...
Ya estaba a su lado para siempre!!!
