viernes, 30 de marzo de 2018

ÚLTIMA ETAPA

Decidió parar su coche en aquel lugar. Un pequeño motel de montaña que, exteriormente, parecía acogedor. Un cartel anunciaba cocina casera y buen vino. Nevaba.
El frío presagiaba que los copos seguirían cayendo. Mejor resguardarse durante unas horas. No tenía prisa. No iba buscando nada especial. Nadie le esperaba.

Cuatro prendas en su maleta, su cartera y su cámara de fotos...compañera inseparable de sus escapadas. Escaso equipaje. Esencial caminar ligero, sin pesos, sin lastres.

Abrió la puerta y se encontró una estancia cálida. Una barra  de bar, una chimenea encendida, una escalera de caracol, una lámpara de neón. Una camarera iba y venía del comedor a la cocina, donde resonaban ruidos agradables de cacerolas y sartenes y emanaba un exquisito olor a viandas recien hechas. Un hombretón se acercó y, amablemente, le preguntó qué deseaba. 
-Una habitación para quedarme un par de días, pensión completa, si puede ser...
-Adelante, le contestó, entregándole unas llaves.

Su ventana dejaba ver hermosas vistas nevadas. Recordó su infancia. Recordó su familia. No, no quería. Se tendió en la cama y suspiró...Cerrando los ojos se dejó llevar por su mente y se durmió. 
Un sueño eterno, del que no volvió.
En su maleta abierta, una carta...un adiós.
Un último deseo...que la nieve sepultase su cuerpo en aquel lugar...etapa final de su viaje.




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