viernes, 2 de febrero de 2018

PUZZLE

Lo miró a los ojos y susurró calladamente una petición. Tan suave fue el sonido que él no lo captó. Sabía que hablaba a través de su mirada, siempre había sido así. No contestó y ella supo que no la escuchaba. Elevó un poco su tono y repitió:
- Quiero ser niña otra vez!!! Volver a esa infancia madura que conseguía hacerme reír. Al juego de la comba, a mi colección de cromos, a mi panda de amigos, a mi ciudad añorada.
Él quedó sorprendido...no esperaba ese deseo. No entendía esa súplica. No alcanzaba a comprender el verdadero mensaje. Pensativo, demoró la respuesta. Buscando las palabras justas para ese incómodo momento. Y lo vió...
Le estaba pidiendo ayuda. Quería volver a jugar. Quería ser de nuevo un tablero de damas, un ajedrez mágico, un cubo de Rubik descolocado, un puzzle cuyas piezas volvieran a encajar. Tirarse ladera abajo por un monte nevado, hacer muñecos de nieve con una larga zanahoria y dos piedrecillas, nariz y ojos, y con una doblada rama hacerle la sonrisa más brillante. 
Él ya no sabía, no podía, no quería. Su corazón, aunque joven, se había endurecido. No le gustaba la nieve. Los juegos eran para los ingenuos, para aquellos que pensaban ser niños toda su vida. ¿Cómo explicarselo?
¿Cómo decirle que no?. 
Tan fácilmente como no mirarla a los ojos. Lentamente, desvió su mirada y susurró:
-No puede ser.
Ella sí escuchaba, entendía hasta sus silencios cuando éstos se presentaban de vez en cuando. Comprendió porqué no la miraba y sus palabras le hicieron aguantar una lágrima que pugnaba por recorrer su rostro. 
Despedida amarga. Un regreso a los juegos que retomaría sola. Porque su corazón seguía siendo joven, porque nevaba de nuevo, porque la vida, su vida, no terminaba en esa despedida. 
La nieve se derrite y ayuda a las cosechas. Los muñecos desaparecen, pero las miradas (las piedras)...siempre permanecen!!!


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