martes, 20 de febrero de 2018

AGUA

Cansado. Agotado del mundo y de sus pensamientos. Abatido por la tristeza y por un sentimiento que ya no ocupaba lugar en su vida. Caminaba, encorvado, cual viejo árbol, dispuesto a dejarse morir ante la sequía. 
Necesitaba agua. No de la lluvia, no de sus lágrimas. 
Agua de vida, agua eterna que le hiciese volver.
Sus huellas quedaban en el sendero, por el que ascendía muy despacio. Nadie le seguía. Estaba solo.
Dudaba de todo. No confiaba en nada. Sólo en sí mismo.
Su lucha interna, interminable. 
Pero seguía adelante. Paso a paso, obligando a su pie izquierdo a esperar por el derecho. Sabía que si se paraba...moría.
No temía a la muerte, temía al olvido. Al fin y al cabo, la guadaña nos siega a todos. Pero los recuerdos...esos permanecen o se olvidan. No es cierto que todo se olvida menos la muerte. Y él lo sabía.
Tiritaba y no hacía frío. Pero el Sol se negaba a calentar su alma herida. Su cuerpo, cálido y acogedor, no traspasaba calor a su interior. Gélido, mustio invierno llegado antes de tiempo. Seguía caminando.
¿A dónde dirigía sus pasos? Ni él mismo lo sabía. Era cual nave sin timón, zozobrando en un mar bravío. Encadenado cual preso, obligado a remar. Y ni siquiera era su mar. 
Roto en mil pedazos, lloró. Vió una roca y decidió sentarse en ella. Había llegado a la cima de una montaña. Contemplaba el mundo pero ya no era suyo. ¿Dónde estaba su mundo? ¿Quién era? Preguntas que hizo a un viento que no le respondió.
Siguió caminando. Empezó a bajar. Sus pasos se aceleraron. Tenía prisa por llegar aún sabiendo que sería el final...su final. Pero había subido tanto que el suelo estaba muy lejano. Así que se paró de nuevo, se tendió en la tierra, uniéndose con el polvo...y comenzó a girar. Giro tras giro, torbellino imparable, rodó por esa cuesta abajo. 
La montaña lo contempló callada. No puso obstáculos a su caída.
Mortalmente herido, escuchó una risa. La de su destino.
Burla grotesca por no haberlo seguido. Por no ver ni escuchar sus signos. Por cambiar lo que le estaba elegido. 
Pero encontró su paz? Cayó en el olvido? 
Por fin, descansó. Y, sólo, quedó su recuerdo en las memorias de quienes, siempre, lo habían querido...

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