martes, 31 de julio de 2018

EXÁNIME

Y el pez se asfixiaba...
Se rendía al frío acero...
Había luchado tanto...
Una última bocanada
de aire fresco
llenó sus branquias.
Claudicaba, no quedaban
ni fuerzas, ni ganas.
Había perdido la partida...
la baza final de un juego
que empezó sólo siendo
un tira y afloja. El final,
marcado por la indiferente
mirada de un garfio
que, poco a poco, segaba
su vida y, al mismo tiempo,
rompía sus sueños.
Y el pez se quedó quieto...
El silencio rompía en llanto...
Abrazaba la muerte errante...
Agonizaba, mientras escuchaba
risas lejanas. Ya que más daba.
Había luchado con todas sus fuerzas...
Quedaba el tonto orgullo
de saberse valiente y audaz,
más con la osadía de su bello
cuerpo plateado, ni la inteligencia
de surcar olas cegadas por la ira,
había sido capaz de esquivar
el anzuelo brillante ofreciendo
una vianda exquisita y mortal. 
Necio, tonto, pensaba que era
el rey del mar. Sus ojos, ya
acuosos y muertos, cegados,
un instante antes miraron,
con ese brillo que se apagaba,
el rostro alegre del que, hoy,
ponía punto y final a un viaje
ya sin retorno, ya sin consuelo,
ya sin libertad...



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