lo escribí una noche
de frío invierno
en la soledad de una
morada vacía,
de una cama cálidamente
envuelta en mis sueños.
Contaba en versos
químeras escondidas
en una mente lúcida.
Desgranaba los sentidos
acuciados por el orgullo
de sentir que era algo.
Su destino final
ha sido la muerte arrugada
en la papelera del olvido?
No, no está perdido...
Simplemente...languidece
en la recóndida cámara
de las ilusiones perdidas.
Cerrado bajo llave
guardada en un relicario.
Un paseo por el bosque
de los deseos bordados,
una tumba bajo un árbol
y una cruz negra , sin flores...
Ahí yace. Ahí reposa
en un duermevela infinito.
No hay príncipe que camine
buscando un destino incierto,
no existen las hadas que
canten a sus pies ni
transmitan sus rimas
escritas con sonrisas...
Nadie lo encontrará.
He perdido el mapa
donde un día señalé
ese roble inmenso
donde lo enterré.
Sus versos, guardados
con sangre de mis venas,
con lágrimas de mis ojos,
con sonrisas tapadas
apenas con hojarasca.
Quizás un día el viento,
se ponga de mi parte.
Quizás haya un mañana
en el que pueda rescatarlo.
Más, no hay prisa, paciencia,
poema mío...no quedarás
en el olvido. Féretro guarda
envueltas en seda blanca,
aquellas palabras.
No necesito leerte,
no necesito tenerte,
no necesito un micro
para poder recitarte.
Poema, mi poema...
Tú no verás la luz,
Yo seré tu lámpara.
Y, cuando me vaya,
no quiero flores que
me acompañen. No quiero
un te amo ni una lágrima.
Quiero sonrisas y música
porque así me iré...
con el alma empapada
de tus estrofas calladas.
Y, ese roble, en el bosque,
será mi última morada.
Espérame con la quietud
de quien entiende acordes,
mientras deja pasar el tiempo
en un silencio eterno.
Yo iré a buscarte,
descansaré contigo
mi poema amigo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario