Hay sombras y sombras,
hay sombras que te acogen,
sombras que prolongan
una parte de ti, que forman
un mosaico de vivencias
y que aunque se oscurezca
el sol, ellas permanecen.
Pongo mi mano en tu sombra,
apoyada en tu corazón...
mi vida en tus manos,
mi alegría en tu sonrisa.
Pongo y acojo tus risas,
pongo y acepto tus riñas...
Uno mi sombra a la tuya,
huellas en un camino
no de rosas ni sin espinas.
Sombras de largas noches
de insomnios no vencidos
y de días brillantes ganados
a batallas que creímos perdidas.
Sombras... que nos ofrecen
la luna o el sol...
Atardeceres y amaneceres
donde siempre lucen estrellas,
aunque llueva o la tormenta
siembre de rayos el cielo...
Siempre existe para nosotras
una ráfaga de luz que, en silencio,
va dibujando penumbra
y nuestras sombras caminan
unidas por nuestras manos.
Mil gracias por proyectar
esa alargada silueta,
por dejarme compartir
una pequeña gran parcela
de tu vida...
Con cariño... Lucía Sangiao
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