En mil pedazos
dejé que mi alma volase
lejos de mi memoria
y de mis recuerdos.
Le di alas de colores
y le puse un cuerpo dorado.
Y voló, cual mariposa,
llegué a pensar que
su vuelo era para siempre,
más volvió, cual boomerang,
regresó a mi dolido cuerpo
y dejó que su aleteo
calmara mi angustia.
Aún en mil pedazos,
cada uno de ellos, vuelan.
Forman un mosaico
de dibujos animados,
de sirenas y primaveras,
de flechas y corazones
que, aún partidos,
siguen latiendo en
cada uno de sus cachitos.
Y permito que vuelva.
No quiero abandonarla.
Es mi alma, rota o compuesta.
Es lo que hace que mis palabras
formen frases, formen versos...
Es mi poesía...
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