martes, 16 de mayo de 2017

DESEOS CUMPLIDOS


  Julia caminaba hacia su casa, despacio, sin prisas, con ese andar desgarbado que confundía a propios y a extraños. Sus pasos lentos contrastaban con las largas zancadas de los demás viandantes. Gentes anónimas que se tomaban la vida sin un triste respiro. Pensaba en su padre, regañándole siempre por su forma de ser, personaje inconforme con aquella criatura que él mismo construyó. Pensaba en su madre, eterna luchadora y amiga incondicional, una mujer que consideraba que haberla parido era su mejor obra.
 Ajena a las miradas que inevitablemente se posaban en ella, sus pensamientos iban y venían. Había tenido un mal día. En su instituto nuevo no era capaz de encajar. Los profesores pretendian enseñarle lo que ella ya sabía hacía mucho tiempo. Los compañeros no aceptaban a aquella chica, a la que llamaban "rara"...¿qué sabrían ellos de rarezas?. En su nueva casa, se sentía extraña. Y para colmo, se había dejado casi todos sus recuerdos en la otra ciudad.

 Era un suplicio diario, pero no estaba dispuesta a cambiar. Si no la aceptaban, seguiría sola y descubriría por sí misma los rincones que,  estaba segura, guardaba aquel lugar. No todo podían ser prisas, tráfico agobiante ni personas taciturnas. Tenía que existir algo que hiciera acogedora aquella urbe tan deprimente. Por eso caminaba despacio, para no perder la oportunidad de fijarse en algún detalle que la hiciese encontrar un mundo diferente entre tanta miseria emocional...

 Un cruce de calles, un semáforo en rojo, coches circulando a gran velocidad. Parada en la acera, su mirada recorrió la avenida con detenimiento. Grandes tiendas, la mayor parte de lujo...cuando ya iba a cruzar, sus ojos repararon en un local pequeñito. Raro!! No lo había visto antes. Con decisión, se acercó para verlo de cerca. Tenía dos pequeños escaparates y un letrero encima de la puerta con el rimbombante nombre de "Cumple tus deseos". Como único reclamo aparecían dos figuras de gnomo que, sonrientes y guiñándole un ojo, la invitaron a entrar.

 Al traspasar la puerta vió una estancia pequeña, con un mostrador ocupado por un personaje que no sabría definir. Pequeño de estatura, delgado y ensimismado en la lectura de un enorme libro. Se quedó mirándolo, por primera vez no sabía que hacer...algo le empujaba a quedarse pero al mismo tiempo, algo le decía vete!!!. Curiosa desde su nacimiento, se acercó. El hombre, joven, levantó la vista y le preguntó qué deseaba. No supo que contestar. Volvió a preguntarselo y balbuceando le dijo que buscaba un lugar diferente, algo que la hiciese amarlo y donde se encontrase a gusto consigo misma. El dependiente comenzó a pasar las hojas del libro y le mostró una imagen. La sóla vista de la misma la llenó de paz. Un paisaje con una pequeña casita, árboles, un lago y una barca. 

 Estás segura de que ésto es lo que deseas?- le dijo. Ante su asentimiento, cogió su mano y la puso encima de la fotografía. Fue como si su cuerpo volara...la sensación de que se estaba elevando del suelo y de que se estaba metiendo dentro del libro parecía real. No era posible, o sí? Cerró los ojos para intentar recuperar la serenidad y...cuando los volvió a abrir, la tienda había desaparecido, la avenida no estaba, la ciudad se había esfumado. 

 A su alrededor, árboles, un lago, una barca y una pequeña casita...Julia sintió que había vuelto a nacer, que aquel era su lugar, que su deseo se había cumplido y que sólo allí podría ser feliz...

Mina (13-05-2014)

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