martes, 7 de noviembre de 2017

SILENCIOS

Distraída, pisó una seca hoja de roble y su crujido la devolvió a la realidad. Caminaba con sus pensamientos y con sus fantasías como única compañía. Sin rumbo fijo, se había adentrado en un bosque. Y estaba perdida.
Miró a su alrededor intentando reconocer algún indicio para saber donde se encontraba. No había vuelta atrás. Si retrocedía tampoco sabría volver.
¿Cómo había llegado hasta allí?
Se dejó llevar por sus inquietos pero seguros pies. Y éstos le dejaron en un camino sin retorno. Confió en que sus pasos la llevarían al mejor lugar del mundo. En ese trayecto, que tantas veces imaginó, dejó parte de sí misma y luchó por conseguir su sueño.
Era tan sencillo. Sólo ansiaba dejar de caminar sola.
Sólo quería ofrecer lo poco que tenía: su vida. Dar todo a cambio de todo. Dar y recibir en la misma medida.
Pensaba que tenía los pies en el suelo y un corazón esperando ansioso su llegada. Ni lo uno ni lo otro.
Silencios. Palabras no dichas a tiempo. Miedo.
Y ahora estaba dentro de un círculo. Dar vueltas no era la opción, mantenerse en su interior tampoco.
Realmente...¿a dónde quieres ir? le dijeron sus pies.
Siempre adelante, contestó ella.
Y el bosque le ofreció ayuda con un rayo de sol que atisbaba entre las ramas de sus árboles. Levantó su mano y agarró con fuerza su luz. El viento la empujó suavemente mientras le susurraba al oído una canción de amor. 
Ese amor incondicional que un día, ella, llegará a alcanzar.

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