Anochecía...Una
noche cualquiera de un día cualquiera. Un mes cualquiera de un año cualquiera. Nadie. Sola en la calle intentando olvidar. Todos los
días lo mismo. Y sin tener donde cobijar tu alma. Miedo. Sombras que
van siguiendo tus pasos. Tiemblas. Volver a casa? No quieres, pero
algo te empuja. Mañana no se acordará. Mañana me dirá “te
quiero”. Me sentiré bien.
Pero esta noche
es distinta. La soledad es menos dolorosa. El labio partido, las
costillas rotas. Y tampoco duelen. Los niños, ya mayores, tampoco
están. La cena enfriándose, la cama revuelta, pero sin amor. Y una
y otra vez, vuelven a tu mente las imágenes. Una y otra vez sientes
el vacío que queda cuando te humillan. Pedazos rotos de
corazones...y ese martilleo constante en tus oídos...mía, mía,
mía!!!!!
Y sigues
caminando. Tus pies saben el camino de regreso. La mano en el pomo de
la puerta, las llaves en el bolso. Intentas cogerlas, pero, ahora sí,
te duele el hombro...Ese pequeño pero intenso momento de dolor te
hace reaccionar y te das la vuelta. Supones que dentro de eso que
hasta ahora llamabas tu hogar, sólo hay falsedad y mentiras. Y no
tienes nada.
Es posible tanta
miseria y tanta resignación? Ha llegado la hora, por fin tu mente
está sana y la locura demencial del corazón enamorado ha
desaparecido. La fúnebre máscara se ha disuelto en esta última
lucha. Y ahora puedes ver, después de tanto sufrimiento, el
verdadero rostro de tu enemigo.
Día a día,
noche a noche, lágrimas escondidas de tantos desvelos. Manos que
tapaban tu boca y anulaban tus palabras. Pero ésta es tu noche.
Lentamente te alejas...Sólo hay un punto de luz en esa plaza. No
necesitas nada más.
Eres mujer, eres
fuerte, eres esencia, eres alegría, eres tú...
Mina (
11-11-2015)
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