lunes, 12 de octubre de 2015

DESTINO




Y es que la vida es, a veces, tan falsa y tan traidora. No va de frente y apuñala por la espalda. Y no vale intentar despistar o esconderte. Es como una ley. Pero sin orden. Eso sí, está escrita, pero en un lenguaje de signos ocultos. En tu destino. Es triste ignorar lo que va a pasar mañana, pero es fácil decir: “Es tu destino”.
Y qué sabrá nadie del destino de los demás? Es tan sencillo juzgar. Nadie tiene poder sobre los sentimientos ni sobre las acciones ajenas, pero todos se convierten en jueces, consejeros y asesores de las vidas que no les pertenecen.
Porque ante todo somos libres. Libres de escoger, de pensar, de actuar, de vivir como mejor nos parezca. Esto suena a libertad, cierto. Con reglas, por supuesto. Me gusta hablar de libertad, no de libertinaje. No confundamos. Una libertad que me da derechos y , al mismo tiempo, obligaciones. Nunca mis actos , ni mis decisiones deben afectar a los actos ni a las decisiones de los demás, nunca debo pisar a nadie para poder llegar a la meta que me he marcado.
La única que puede marcarte obstáculos es la propia vida. Y lo hace. A la callada va desgranando pequeñas señales...te regala felicidad y, de repente, decide que ya no la mereces. Te viste con sonrisas, pero un día decide que es tiempo de lágrimas. Te lo da todo, hasta que te quedas sin nada.
La vida es como el mar y tú eres la playa. Te regala olas o te cubre totalmente y desapareces. Te ofrece calma o te manda tempestades. Permite que otros seres que le pertenecen lleguen a formar parte de ti y te los arrebata cuando ya forman parte de tu paisaje. Un hermoso amanecer y un lúgubre anochecer.
Me gusta ser playa. Me gusta que me regalen olas, calma, un hermoso amanecer. Y me encanta el mar. Tan inexplicable como la vida, tan imprevisible...
Y el destino? A saber...


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