Hoy no pinto letras ni dibujo palabras. Sin embargo mis dedos se niegan a estar quietos. Se han unido al teclado y, una vez más, van por libre.
Es complicado escribir cuando no sabes lo que vas a crear. Si las ideas o la inspiración llega de tu interior o de algo externo que ha llamado tu atención, compones una partitura de hermosas o tristes frases. Conectas con el texto y, sin más...escribes.
Hoy mi mente está agotada, mi cuerpo duele...cada músculo me avisa con punzadas para que no me olvide de ella. Ha vuelto, sí. De vez en cuando aparece para que no me haga ilusiones de que ya no está conmigo. ¿Cuántos días se quedará? Hace sol, debería irse pronto...Este dolor desde los dedos de los pies hasta mi cráneo me consume. El invierno ha sido largo, la humedad de la primavera consigue retomar brotes que creía superados.
Vaya...mis dedos también duelen. Pero quieren plasmar una llamada de socorro...o eso parece. Pocos entienden quién es, pocos comprenden cómo te afecta, pocos te ven mal. Pero...Si estás estupenda, te dicen. Y tú sonríes. No explicas...para qué? Este mal es invisible y sólo lo sientes tú. Tú, tu cuerpo y tu mente. No muchos conocen su nombre, pronunciarlo es otro tema. ¿Y eso qué es? Pasas, te callas y no respondes.
Bienvenida Fibriomialgia...
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