sábado, 31 de diciembre de 2016

No te obligaré a quedarte
en los cálidos brazos que te acunaron,
no seré la espina dolorida
que como un alfiler se clava
en mis pupilas cada día.
Viviré siempre en la dulce espera
del condenado a galeras,
que cada nuevo día y con
un nuevo sol al amanecer
ve llegar su libertad, engañosa,
porque sus cadenas están forjadas
con hierro y fuertes argollas.
Algún día lo entenderás...
Y como avecilla silvestre,
acongojada y solitaria, volverás...
Nunca es tarde para refugiarte
en aquello que siempre amaste,
nunca es tarde para quien
no hace más que quererte,
nunca es tarde para el prisionero
de sus odios y sus rencores.
No, no me quieras ahora,
quiéreme cuando yo ya no te quiera,
cuando las hojas tapen las raíces
de mis manos y mis abrazos,
cuando yo ya no pueda
acogerte y sólo te queden
mis recuerdos y mis silencios...
Mina (31-12-2014)

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